Línea 122

Rastreamos los orígenes de esta línea hasta el 24 de Noviembre de 1928, cuando inicia sus servicios la Cía. Autobús Mayo, propiedad de Alfredo Rubinich y Santos Parenti. En sus comienzos unía Plaza de Mayo con Av. Del Trabajo y Lafuente, actual Plaza de los Virreyes. Se la identificó con el número 1 y sus ómnibus, marca Gotfredson, estaban pintados de color blanco
El 5 de Abril de 1935 recibe el número oficial 22, otorgado dentro de un programa de regularización de concesiones de ómnibus. El 26 de Junio de 1943 pasa a manos de la Corporación de Transportes de la Ciudad de Buenos Aires, que al tiempo extiende su recorrido a Av. Del Trabajo y José Martí.
Tras otra prolongación, esta vez a Junta y Laguna, se renueva enteramente su flota. El 18 de Enero de 1948 se sustituyen los viejos ómnibus de preguerra por los flamantes Mack C-41. Junto a los nuevos coches, y como era la costumbre de la Corporación, se la renumeró para resaltar su modernización. De esta manera obtuvo el 122, su número definitivo.
Tras la privatización de los servicios de ómnibus de Transportes de Buenos Aires, ente estatal sucesor de la Corporación, la 122 pasa a manos de la empresa Rastreador Fournier, junto a otras 8 líneas de ómnibus. Si bien Rastreador Fournier era la cara visible de esta operación, estaba asociada a otras empresas, constituidas en "accionistas" dentro de la compañía madre y con influencia dentro de una línea determinada. Transportes Quirno Costa, propietaria de la línea de emergencia 103, fue la accionista en la línea 122.
Hacia 1963 se blanquea esta situación al transferirse la línea y un grupo de ómnibus Mercedes Benz O-321 H en forma definitiva a Transportes Quirno Costa. A los pocos años, su nueva dueña siguió los pasos de todas las empresas adjudicatarias de líneas de ómnibus estatales: los sustituyó por colectivos, más simples de mecánica y con menores costos de explotación.
En la segunda mitad de la década de 1970 sus servicios comenzaron a deteriorarse. Las frecuencias empeoraron y el mantenimiento de los coches dejaba mucho que desear. Era evidente la política de la empresa, que mantenía en buenas condiciones a la línea 103 a costa de empeorar a la 122. La 103 siempre mantuvo un nivel de servicios aceptable y la 122, en cambio, adolecía de una falta de coches cada vez mayor, que se agravó aún más tras la disposición de la Secretaría de Transportes de la Nación, que limitó la vida útil de los vehículos a 10 años.
La calidad de los servicios empeoró hasta su deterioro total. El 1° de Julio de 1980 la 122 dejó de circular, aunque su concesión se mantuvo en pie, en espera de un posible restablecimiento de la línea. Pese a la oportunidad de volver a empezar, nadie quiso hacerse cargo de ella. En 1982 se dictó su sentencia de muerte definitiva, al caducarse la concesión.
Coleccion: C.E.A.P.

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